¿Por qué un católico no debe consentir la unión libre?

La unión libre, junto con la poligamia, el divorcio y el incesto, es una de las formas que ofende la dignidad del matrimonio, y en consecuencia ofende a Dios. ¿Puede acaso un católico que busca y ama a Dios querer ofenderle con sus actos y forma de vivir? Claramente no, pero cuando no es Dios quien ocupa el primer sitio en nuestro corazón, y se le desplaza por afectos desordenados, y elecciones que no corresponden a su Ley sino a la satisfacción exclusivamente de los deseos de este mundo, es muy fácil ofenderle.

Enseñados por el Catecismo de la Iglesia Católica, revisemos lo que este dice sobre el tema:

Hay unión libre cuando el hombre y la mujer se niegan a dar forma jurídica y pública a una unión que implica la intimidad sexual.

La expresión en sí misma es engañosa: ¿qué puede significar una unión en la que las personas no se comprometen entre sí y testimonian con ello una falta de confianza en el otro, en sí mismo, o en el porvenir?

Esta expresión abarca situaciones distintas: concubinato, rechazo del matrimonio en cuanto tal, incapacidad de unirse mediante compromisos a largo plazo. Todas estas situaciones ofenden la dignidad del matrimonio; destruyen la idea misma de la familia; debilitan el sentido de la fidelidad. Son contrarias a la ley moral: el acto sexual debe tener lugar exclusivamente en el matrimonio; fuera de este constituye siempre un pecado grave y excluye de la comunión sacramental. (2390)

No pocos postulan hoy una especie de “unión a prueba” cuando existe intención de casarse. Cualquiera que sea la firmeza del propósito de los que se comprometen en relaciones sexuales prematuras, estas “no garantizan que la sinceridad y la fidelidad de la relación interpersonal entre un hombre y una mujer queden aseguradas, y sobre todo protegidas, contra los vaivenes y las veleidades de las pasiones”. La unión carnal sólo es moralmente legítima cuando se ha instaurado una comunidad de vida definitiva entre el hombre y la mujer. El amor humano no tolera la “prueba”. Exige un don total y definitivo de las personas entre sí. (2391)

Publicado en Dios.